Recuperación post COVID-19 más allá de la UCI: el impacto potencial de la debilidad de la musculatura inspiratoria

Actualmente es de sobra conocido que la disnea es una característica común de la recuperación prolongada de la enfermedad COVID-19.

Una revisión sistemática, que recoge las experiencias de >10 000 personas con «COVID prolongado» (MICHELEN et al.), informa que el 25% de los encuestados presentan disnea, lo que la convierte en el quinto síntoma más frecuente.  

Sin embargo, no se conoce tan bien el impacto que tiene la disnea en la discapacidad asociada al COVID prolongado.

Un reciente estudio, de Hodgson y col. revela que, a los 6 meses de abandonar la UCI, el 39% de los supervivientes presenta discapacidad y el 11% no pudo reincorporarse al trabajo.

La posible contribución de la disnea a esta discapacidad merece ser estudiada a fondo, sobre todo porque la disnea podría ser tratable.

Disnea y debilidad muscular inspiratoria  

Aunque la disnea es compleja y multifactorial, la debilidad de la musculatura inspiratoria es uno de los factores que probablemente contribuyen en los pacientes que han recibido ventilación mecánica invasiva.

Parece razonable sospechar que la debilidad de la musculatura inspiratoria puede contribuir a la sensación de disnea.

Un reciente estudio desarrollado por Núñez-Seisdedos y col. evaluó el recorrido de 50 pacientes supervivientes de UCI hasta 6 meses después, incluyendo disnea y calidad de vida entre los parámetros medidos.

En este estudio observaron, tanto a los 3 como a los 6 meses:

                -relación negativa moderada entre PIMax y disnea

                -fuerte relación entre PIMax y tolerancia al ejercicio

Por lo que esto puede ser suficiente justificación para utilizar el cálculo de la PIMax como herramienta de cribado para identificar problemas de disnea o de tolerancia al ejercicio tras COVID-19.

Existe numerosa evidencia de los efectos positivos que aporta el Entrenamiento de la Musculatura Inspiratoria (IMT) en la disnea y la capacidad de ejercicio en la enfermedad pulmonar o la insuficiencia cardíaca, por ejemplo.

Y varios otros estudios apuntan en la misma dirección de mejoría de la disnea y capacidad de ejercicio tras entrenamiento IMT.

Los resultados del estudio presentado por Núñez-Seisdedos y col. presentan el análisis más exhaustivo que tenemos hasta la fecha sobre los posibles retos a los que se enfrentan nuestros pacientes para recuperar la fuerza muscular inspiratoria.

Dado que la disnea parece guardar cierta correlación con la debilidad muscular inspiratoria y esta debilidad es modificable, estos resultados deberían ser una llamada a la acción del personal sanitario de todo el mundo que atiende a supervivientes del COVID-19.

Como mínimo, basándonos en los resultados de este estudio, el cribado de la PIM debería ser una práctica estándar a los 3 y 6 meses del alta de la UCI para los supervivientes de la COVID-19 que presenten disnea.

Las pruebas emergentes nos llevan a explorar el valor del entrenamiento IMT para acelerar la recuperación.

*Artículo basado en la editorial del ERS Journal escrito por la fisioterapeuta B. Bisset Bissett B. Dyspnoea in COVID-19 recovery beyond the intensive care unit: the potential impact of inspiratory muscle weakness. ERJ Open Res 2023; 9: 00521-2022 [DOI: 10.1183/ 23120541.00521-2022].

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